por Pablo Caruana,
Pamplona entra en el mapa. Ciudad de provincias, foral, altanera y telúrica políticamente, llevaba más de dos decenios sufriendo la labor de zapa de ese subgénero teatral llamado UPN. Incluso la Escuela de Teatro, la conocida ENT, tuvo durante muchos años que sustituir a la ausente política escénica del Ayuntamiento y del Gobierno de Navarra. Por allí, en los noventa y principios del XXI pasaron todos mientras el Gayarre seguía folklórico, en Trévelez con Arniches o en plan “un día Café Quijano y otro una buena ensalada de nombres que ante todo suenen”. La cultura era oficial o no era. O constitucionalista o terrorista… Este era el eje cartesiano utilizado para solventar la cultura en Navarra durante muchos años. Y claro, constitucionalista era una cultura de Catedral, café en Florida y todo lo que no sea bien pensante, por favor, que se quede al sur de la Ribera.
¿Y la danza, cómo salía de bien parada dentro de este ecosistema? Como mucho cada tres años se llamaba a Julio Bocca. ¿Y la contemporaneidad escénica?… Tan sólo el festival Inmediaciones ha sido estos últimos años un pequeño oasis de una semana…Un oasis frágil y que esperemos tenga continuación.
A parte de esto, nada. Misa de siete, la Pamplonesa y poco más. El acto cultural más importante en Pamplona en los últimos decenios fue cuando abrieron El Corte Inglés, bueno luego abrieron otro enfrente.
Por todo esto, y por el potencial cultural de esta ciudad foral, ya de por sí, el DNA es una muy buena noticia. Ya se verá la continuidad y los derroteros que va cogiendo este bisoño festival que este año cumple su segundo año y nueva dirección. Tienen un trabajo ímprobo de reconstrucción y restitución del éxodo creativo que ha sufrido Navarra en los últimos veinte años. Por todo esto, entrevistamos a Isabel Ferreira, para escucharla un poco, aunque sea en escrito, para seguir viendo a qué resuena todo este despliegue de voluntad y euros. Rezamos a Santa Maria la Real, a San Francisco Javier si hace falta.
Segunda edición, primera dirigida por ti. La anterior fue en octubre de 2016. ¿Cuándo te incorporaste a la dirección? Parecen tiempos cortos ¿ha sido un poco locura o se ha tenido el tiempo necesario?
Comencé a trabajar en el DNA 2017 a principios de febrero. Conseguimos crear equipo a mediados de marzo. Hemos, por tanto, intentando hacer en tres meses lo que normalmente llevaría siete u ocho, pero es tanta la ilusión de poder participar en estos momentos felices de cambio en la cultura navarra que incluso creo que he conseguido disfrutar con toda esta locura.
Me imagino que sois conscientes de la envergadura del festival con respecto a los festivales de danza contemporánea existentes en España… Sorprende la apuesta, 104.00 0 euros de presupuesto, apuesta por la eco-política, la comunidad y el futuro, artistas como Gilles Jobin, Graham, Fukushima, Cloud Gate, Clarice Lima, Societat, etc. ¿qué crees que ha pasado para que las autoridades en Navarra hayan entendido lo necesario de esta apuesta?
Lo que ha pasado es la llegada en 2015 de un gobierno de cambio que ha hecho una apuesta firme en pro del arte contemporáneo y de la danza tras una sequía cultural prolongadísima que nos ha parecido eterna. Ahora se necesita que el camino iniciado se vaya consolidando y consiga mantenerse en el tiempo.
Ver resto de la entrevista aquí.